domingo, 22 de noviembre de 2015

Una novela en un mes, día 22



Charles Baudelaire escribió un poema aburrido y hermoso donde explicaba sus principales influencias (http://www.lamaquinadeltiempo.com/poemas/baudelai01.htm)
Era bonito, si, pero aburrido. Me pase un día entero buscando las obras a las que creo que se refería en el poema solo para entenderle mejor, yo hago esas cosas, no se porqué, y saque la conclusión de que me sería más útil encontrar mis propio faros en el poema. Así que eso hice. Escribí en los márgenes del libro las obras que creo que le gustaron a él y las que creo que me gustan a mí. Si hubiera estado vivo, es posible que discutiéramos mucho. Somos ligeramente incompatibles.
Me gusta conocer al autor. Sobre todo cuando me gusta. Pero me llevó a pensar cuales son mis faros. Que me hacía a mi inspirarme y ser quien soy. Asique a continuación me propongo aburrirte con mis mayores influencias. Yuuuupiiiii

Cuando era pequeña mi mayor y casi única influencia fue la música. Estaba enamorada de la música rock adolescente que juntaba a chicas con un gusto horrible por la ropa y mano izquierda con el maquillaje.
Avril Lavigne con su “Under my skin” fue quizá la propulsora de mi vida y la que me hizo entender que no hay chicas malas y buenas. También hay chicas a las que les da asco la vida y piensan que todo es una mierda y que por eso tienen que decírselo a todos.
Yo siempre fui así. Pensaba que todo era una caca de vaca (era pequeña e incluso decir mierda me sonaba fuerte) y que todos estaban equivocados siendo felices.
Sin duda alguna la música me influyó soberanamente. Como también lo hicieron unas señoritas llamadas “The Runaways”
Estas mujeres me enseñaron que no hacia falta ser mona y atolondrada si no que podía gritar y expresar mi opinión sin que me importara una caca (aun muy joven) lo que dijeran de mi. Podía salir a la calle en pijama pretendiendo que era Cherie Currie en su gira por Japón, o cantar a grito pelado desde el fondo de una fiesta para niñas guapas sin importarme nada de o que piensen pues mi canción estaba sonando.
Pero Joan Jett me robó el corazón. Estaba enamorada de ella pero no tanto como para aprender a tocar la guitarra. Me encantaba que fuera tan masculina y machorra y que montara una banda con su nombre delante “Joan Jett and The Blackhearts”.
Creo que fue ella quien me demostró que hace falta tener mala leche para triunfar.
Pero entre tanta mujer se coló… ¿Un hombre?
No estoy segura como calificar a Marilyn Manson.
La etapa más preocupante para mi madre y profesores fue cuando iba por ahí escuchando “this is the new shit” y sobre todo cuando empecé a cantar los coros. Así, sin anestesia, iba por ahí gritando “Esta es la nueva mierda, violencia, violencia, sangre y pánico”
Marilyn para mi era mi hombre. Mi amor oscuro. Mi vampiro horripilante que venía todas las noches a hacer dios sabe qué mientras yo dormía.
Me enseñó una cantidad ingente de palabrotas y a no tenerlas miedo.
Pero lo que realmente me marcó de él fue una entrevista.
Yo había oído hablar de sus burradas en los conciertos, le había visto gritar “que os jodan” a sus fans y le había oído relatar las asquerosidades que hacía pero nunca, nunca munca me impactó tanto como descubrir que el tío era inteligente.
Cuando la matanza de Columbine explotó y Michael Moore le hizo una entrevista, me quedé en shock escuchando a  Marilyn hablar de política, sobre la opinión pública y de como cree que es razonable que sea él el causante de dicha masacre.
Era inteligente, hablaba despacio y tranquilo, comprensivo y razonable. Estirado en la silla, maquillado a su estilo con dos lentillas de colores y una pierna subida en el sillón adornada con un enorme plataforma, me demostró lo importante de los “porqués”
Me enamoró. Caí rendida ante sus pies y desde luego que perdí la cabeza.
A partir de ese momento comencé una campaña de concienciación e intenté persuadir a la gente de que Marilyn Manson no es lo que parece. Es un bruto y un guarro pero lo es por una razón.
Y ahí es donde entran los “porqués”. Me di cuenta de que no se puedes estar enfadado con el mundo sin más, tienes que tener razón de peso para protestar y por supuesto para defenderse y cuando te quejes, explicar el porqué de ese razonamiento.
Así es como me influyó Manson. Comencé a concienciarme a mi misma sobre el mundo, sobre la sociedad, la historia y en general cultivar mi mente para demostrar porque la vida es una mierda y porque “This is the new shit” no es más que una demostración del consumismo exacerbado de la sociedad y de cómo consumimos mierdas (ya soy madura y puedo usar mierda como me plazca) solo porque las vemos por la tele.

Escribiendo esto me parece curioso cómo me ha influido Manson y como se supone que ha influido a los chicos de Columbine.
A ellos, unos chicos marginales que no tenían más que la música y a ellos mismos, exactamente como yo, eligieron masacrar a sus compañeros, mientras que yo, con esa misma música decidí cultivar mi mente.
¿Y qué nos diferencia, para crear esas dos ramificaciones tan distintas? Bueno, mi país no estaba en guerra.

Manson siempre ha estado en mi vida. Es de las pocos influencias que sigue viva aun. Porque aun compro sus discos, claro.

A partir de ahí cambié completamente, me di cuenta que salvo Manson, no había ningún hombre que me llamara la atención en el ámbito musical. Si, me encantaba “Guns and Roses” pero no me influía, solo me permitía hablar con mis profesores de música sin parecer una adolescente idiota.

Entonces apareció una mujer. Una mujer, que hoy en día sigue siendo mi mejor amiga. Una mujer que habla de amor, y que sorprendentemente me encanta. Hablo de Jane Austen.
Jane Austen apareció de golpe. Sin anestesia y de manera ruidosa.
Un día puse la tele y sin darme cuenta de que estaba el sonido excesivamente alto y ahí apareció. Un documental sobre esta escritora. No lo vi. Pero me encanto el nombre Jane par mi futuro relato.
No me di cuenta pero eso se quedó en mi menta por lo que cuando me tropecé en una tienda con “Orgullo y prejuicio” lo compré sin si quiera leerme la sinopsis, y ¡ay dios mio!
Amo ese libro. Es mi favorito y a día de hoy tengo tres ejemplares de esa novela porque después de tanta tiempo aun me hace reír y gemir.
Jane me mostró a Elizabeth Bennet, una mujer lista, risueña, no demasiado guapa, inteligente, divertida, capad de ridiculizar a la sociedad pero consciente de que debe adaptarse a ella.
Me mostró la importancia de los valores personales y de como bajo ningún concepto debemos dejar se nos aplaque.
Encontré el amor por las tertulias y desde entonces estoy en busca de un grupo donde poder hablar y compartir opiniones de manera mordaz y elegante.
Oh, jane… como te amo. Cada vez que me deprimo corro a mi estantería y me rio un rato con mi mejor amiga.
Eso me marcó. En todos los sentidos, porque al igual que Avril Lavigne me enseño como las madres no quieren que se vistan, Jane Austen me mostró la elegancia del blanco, los pliegues y los abanicos.
Marilyn Manson estaría decepcionado si me conociera. No soy su prototipo de fan.
A partir de Jane Austen se abrió la veda. Tenía 15 años y me daba cuenta de que me había saltado el paso de adolescente a adulto pues no había leído nada juvenil. Pero me daba igual.
Empecé a devorar libros, a acumularlos. Decidió ser escritora cuando leí Peter Pan pero con Stephen King me reafirme dispuesta a ser la reina del terror, pero luego llegó Virginia Wolf y descubrí que lo mejor se me daba era el drama y de repente, saltó Ana Maria Matute y me enseño la fantasía épica, y pensaba que se me daba bien pero en mi interior seria siendo la “goupie” de King y quería ser como él.
Era una niña solitaria que no prestaba atención a las clases pues se las pasaba leyendo y definiendo su estilo como escritora.
Aunque todo cambió cuando descubrí el erotismo.
Y fue algo vergonzoso. Todas las novelas que había leído ahora eran demasiado series para tratar el sexo de manera explícita. La gente se acostaba las unas con el otro si, pero era algo que hacía en una sola frase, no en una recreación de tres páginas.
“¿Qué haría Jane Austen?” solo era una novela de esas que compras de manera consumista, osea, solo porque el nombre de mi mejor amiga estaba en la portada.
Era divertida, insulsa y cuando descubrí que tenía escenas de sexo me la ventilé en un día. Que vergüenza.
Pero así emprendí mi andadura por el mundo erótico y descubrí que todo estaba lleno de erotismo. TODO
Enciendes la tele y PUM. Navegas por internet y PUM. Ves una serie y PUM PUM PUM
Yo ni si quiera sabía masturbarme y descubrí la excitación literaria.
Y por si alguien lo pregunta, si, hice mis pinitos en los relatos eróticos. No pregunteis.
Cuando me di cuenta de que estaba malgastando mi tiempo leyendo escenas en la hierba, paja, cocina, baldosines, moqueta y demás (camas no, eso era demasiado previsible), en vez de leer cosas que mi hicieran inteligente.
Por eso me metí en internet y busque autores y novelas adultas. Hice una lista pero a día de hoy no la he terminado, por la sencillas razón de que me topé con un tiparraco que se llama Charles  Bukowski.
Charles es mi héroe. ¿Por qué? Porque no escribe bien. No le pone interés y habla de cosas sucias, guarras, sin sentido y tremendamente mordaces. Es depresivo y mal hablado. Un alcohólico redomado al que le encanta el sexo y no le da miedo admitirlo.
Encontré mi estilo gracias a él. Porque me di  cuenta de que para escribir no hace falta una prosa elegante y perfecta, si no una historia clara. Concisa. Dolorosa. Y sobretodo que te haga sentir algo.
De él también he heredado la molesta costumbre de los puntos. Puntos en una frase seguida.
Puntos en vez de comas. Puntos que paran la narración. Pero que le dan el toque Bukowski.
El guió mi adolescencia discutiendo y peleando con Jane por mi custodia, compitiendo entre ambos por ver quién sería el más influyente.
Ambos lo son. Mi mejor amiga y mi maestro.
Al mismo tiempo, y sin darme cuenta, estaba mamando del feminismo más sutil y perfecto.
Leía sobre Virginia Woolf, una mujer que se equiparaba con los hombres en inteligencia y talento, hasta el punto de disfrazarse como si fuera un príncipe etíope junto con otros escritores y poetas para poner en ridículos a la armada británica.
Bebía de Jane Austen que renunció a casarse y a seguir su vida como la típica mujer y convertirse en la escritora más influyente de la historia.
Pero no solo de autoras me servía, desde el personajes de Ardid en “Olvidado rey Gudú”, una niña pobre pero inteligente que llegó a convertirse en reina, hasta una adolescente asustada llamada Cath, escritora de fanfiction que encuentra su voz a partir de golpes y desvelos en “Fangirl”
Por supuesto las influencias no acaban ahí. Aun soy joven y hermosa. Estoy preparada para recibir ataques de información por todos lados y ahora más que nunca cosas que recaigan en el feminismo.

Sobretodo después de leer a la que a día de hoy es mi dios y mi inspiración constante: Caitlin Moran. Su forma de decir las cosas, su manera descuidada de tratar temas importantes me conmueve. Porque la vida misma es así. Además que ha sido la culpable de que yo defienda mis ideales feministas a bombo y platillo Ahora que se lo que es y que entiendo que cuando me lo llaman no es un insulto.

Espero con ansia esas influencias y esas voces de mujeres que me definan aun más como soy.


JC

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